miércoles, 29 de octubre de 2008

Tun, tun, tun. Reverbera en su caja torácica con los bríos de cascos herrados astillando adoquines. Calláte por favor. Cerrá las válvulas, sellá las salidas. Emergencia vital.

No es materia ni energía. Es información. La información es información. Tautología, perogrullada.

Shut the fuck up! No cielito, no llores, no hagas barullo, no mi amor. Toma mi pulso y acoplate. Así...así vida. Vos podés cuando querés sonsita. Limpiate la saliva, a ver allí en la orejita, con diligencia perra!

No, no, no. No quise gritarte. Cortá la soga, te dejo, dale..., eso es. Hilo de algodón esta vez, nada de nylon, ves cómo te cuido?

Ahora dormi. Así...cerrá los ojitos, limpiate los mocos y descansá. Mañana al despertar voy a estar acá. Dormí...si podés.

lunes, 6 de octubre de 2008

La borra del café

Esa sustancia de desecho, resto de un proceso que no debería pulverizar pero lo hacía, no podía decirle nada. Porque la cafeomancia y todas las mancias, en primer lugar, solo lograban enervarla a ella que, desesperadamente, intentaba tender alguna lógica conocida sobre sus aconteceres (dejando un alto porcentaje al azar, algo así como un tresporciento).
Poca estrella, inexistente ecualización de energías, miró la hora y recordó que tenía que ir al banco. Al día siguiente tenía sesión con su terapeuta. Los problemas existenciales no le harían desperdiciar un puto vatio más.
Si al fin y al cabo estaba sola
sola
sola
sola
.
.
.
Como llegó a este mundo, y como se iba a ir de él.
Exceptuando la coraza, que necesitaba conservar.