lunes, 7 de julio de 2008

00:50 terminal de Rosario, andén 21. A su memoria

Los locos de la terminal. Los alienados. A los que "sueltan" del Agudo para que, según se cree, salgan a pedir monedas. Monedas que nadie les da. Los locos. Los que miramos siempre, siempre, siempre de reojo. Como si el contacto visual con ellos ensuciara, contagiara locura.
Siglo veintiuno. La locura es contagiosa (pensamos). Los locos solo dicen idioteces o necedades sentido (creemos).

Necesitamos segregarlos. Lo hacemos todos y cada uno de nosotros, tremendos pelotudas y pelotudas. No los oímos, porque escuchar sus obscenidades enturbia la razón. Contagia. Peor que a los sidosos los tratamos. Porque a los sidosos los miramos y oímos en el colectivo cuando rezuman miserias. Tampoco los tocamos. Ni hablar.

Nadie piensa en qué sufrimiento se esconde detrás de esas caras crispadas-manos inquietas- piernas bobas-bailarinas-bocas epilépticas.

Es mentira lo que me contaron. Es mentira que nos compadecemos de ellos. Los invisibilizamos cada día, toda la puta sociedad. Incluida la mar de pelotuda que escribe esto.

Perdón señora pasajera suspendida en el andén 21, perdón por mirarla fijo y sostenerle la mirada. Perdón por observarla e intentar dilucidar qué tormentos esconden sus bártulos tan prolijamente atados, apilados y ordenados. Perdón por no haberlo hecho antes.

¿Y todo por qué? Porque les tememos, ya que en el instante a solas con su mirada brilla la verdad enterrada. Y recordamos que nadie esta a salvo de la locura. Bello assertum.

5 comentarios:

  1. ¿Quién dijo que los locos son locos? ¿Quién dijo que los que decimos locos quedan adentro y los que decimos que no son locos quedan afuera? ¿O era al revés? ¿De quién fue el dedito que dio, "este si y este no? El dedito ¿estaría afuera o adentro?

    ResponderEliminar
  2. Siguiendo a Lord Marianus llegué a este sitio... ¿espacio?... ¿lugar?... no sé... ¿me aceptan?... no encuentro el asilo para regresar.

    ResponderEliminar
  3. Pase ud tony. Bienvenidos los que llegan.
    Lord si seguimos así el adentro va a ser mas grande que el afuera. Y yo voy a tener laburo toda la vida.

    Saludos

    ResponderEliminar
  4. Viernes 4 de Julio, 23 horas.
    Llego a la terminal de Rosario, intercambio mensajes de texto y me dispongo a comprar mi pasaje de vuelta a Baires; no vaya a ser que me quede sin el retorno a mi amable infierno.

    En la espera del turno, me encuentro con sus ojos a lo lejos.
    Tan abrigada como arrugada y encorvada.
    Arrastrando sus paquetes sin ruedas.

    Me quedo colgado en su mirada que me mira.
    Yo la veo a ella, pero ella no me ve.
    O me ve, de otra forma, de una que jamás me mostrarán los espejos.

    Y se sonríe, y continúa con su camino.
    Y yo necesito que la empleada del Rosarino me llame un par de veces para devolverme a la realidad; esa que tan acostumbrados estamos, a contemplar detrás del vidrio.

    ResponderEliminar
  5. :) hermoso comentario don Helicoidal

    ResponderEliminar

Ahora vos